
Han pasado 160 años desde el célebre Manifiesto Comunista de Marx y Engels. En él se hablaba de un nuevo mundo: el del espectro comunista que se cernía sobre Europa y que llevaba a una consolidación de la histórica lucha de clases. Hoy, también en la antigua Germania que no llegó a unificarse hasta años más tarde, otro Marx aparece en la vida pública del nuevo Imperio Bismarckiano de Merkel. El arzobispo de Munich y Freising, Reinhard Marx, se ha convertido en el máximo representante del catolicismo "marxista" con un libro titulado "El Capital", como la magnánima obra del filósofo prusiano. Paradójicamente, en ambos casos se acusa al capitalismo vigente en los sistemas actuales de los principales males de nuestro mundo.
"El capitalismo deshumanizado, insolidario e injusto no conoce moral ni tiene futuro", afirmó el arzobispo bávaro durante la presentación en Múnich de su libro, un tratado más político-económico que teológico de 300 páginas en el que hace casi un alarde explícito de la coincidencia de compartir apellido con el principal ideólogo del comunismo. Por ello, el nuevo Marx sostiene que "hay que confrontarse con la obra de Karl Marx, que nos ayuda a entender las teorías de la acumulación capitalista y el mercantilismo". Esto no implica para el prelado, sin embargo, que haya que "dejarse arrastrar a las insensateces y atrocidades cometidas en su nombre en el siglo XX", sino que, según su nueva teología adaptada a la realidad social, hay que saber interpretar debidamente su contenido.
El "Marx canónigo" califica de "social-éticos" los principios que defiende en su tratado y que describe como un libro trabajado con grandes dosis de esfuerzo y cuyo lanzamiento ha coincidido con la crisis financiera y con el emergente debate en torno al capitalismo. Reinhard Marx cree, en este sentido, que el catolicismo está obligado a aportar una visión "ética y social" para que se produzca una renovación "sensata" de los sistemas financieros y una apuesta clara por empezar controlando los sueldos de los directivos y contener las malas prácticas del tejido empresarial de los países desarrollados.
"La especulación salvaje es pecado", sostuvo el arzobispo, para el que denunciar al capitalismo más feroz no significa eximir de culpa al populismo de izquierdas. "Un populismo de izquierdas -con el ejemplo de Venezuela- es igual de peligroso que un populismo de derechas." Así, añadió que "el mesianismo político siempre es peligroso", advirtió Marx, en una entrevista publicada en la célebre publicación alemana "Der Spiegel".
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