
Después de la información de la pasada semana sobre la posibilidad de que las gasística rusa Gazprom entrara a formar parte de la petrolera española Repsol, ahora, la empresa Lukoil, primera empresa privada de crudo ruso, pretende hacerse con un 29% de todas las acciones de la entidad presidida por Antoni Brufau. Con esta información que ha traido consigo múltiples interpretaciones, las reacciones han sido múltiples. Desde el Gobierno se pide prudencia y se muestra la necesidad de respetar las necesidades empresariales. La oposición (y el ex presidente socialista Felipe González) se presentan como reacios a esta venta que otorgaría a una firma extranjera el poder económico del petróleo español. La prensa extranjera, mientras tanto, sonríe ante esta muestra de inquietud en España (esto narraba el Financial Times durante esta pasada semana). Lo que más parece interesar es que la gestión de Repsol permanezca en manos exteriores o que se produzca una OPA (que tiene lugar con la compra del 30% de las participaciones). Las decisiones, sin embargo, se tomarían fuera. La situación de Lukoil no es, pese a todo, demasiado boyante. De hecho, pidió al gobierno de Medvedev que refinanciara su deuda hace pocas semanas. En la imagen, el presidente de Lukoil, Vagit Alekperov (a la izquierda) mira hacia el suelo. Quizá no quiere saber cuál es la comidilla de toda la semana en las finanzas europeas.
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